“Yo sé que va a ir más allá, va a continuar estudiando” : expectativas educativas de estudiantes, padres y docentes en zonas urbanas y rurales del Perú
Abstract
Utiliza información cualitativa proveniente del estudio longitudinal Niños del Milenio para estudiar en profundidad
las expectativas educativas de padres, docentes y estudiantes en contextos urbanos y rurales del país. Es una contribución a la literatura sobre el tema porque permite, en primer lugar, analizar simultáneamente las expectativas educativas de los principales actores —docentes, padres y alumnos— a fin de observar la congruencia entre estas y sus implicancias en los resultados educativos de los alumnos. En segundo lugar, gracias a la naturaleza longitudinal de los datos con los que se cuenta —tres rondas de información cualitativa: 2007, 2008 y 2011—, este documento contribuye a la literatura previa en la medida en que explora tanto los factores relacionados con la formación de las expectativas educativas al inicio de la educación secundaria como aquellos factores vinculados con la realización de estas. En relación con el primer punto, se observa bastante congruencia entre las expectativas d e padres e hijos. En general, las expectativas educativas de ambos son altas al inicio de la educación secundaria, pues tanto en zonas urbanas como rurales la mayoría espera que los jóvenes accedan a la educación superior. La alta valoración respecto a la educación que tienen las familias es transmitida por los padres hacia sus hijos como parte del proceso de socialización de estos últimos. Respecto a la congruencia entre las expectativas de los docentes y los otros actores, se encontró que, en general, las expectativas de los primeros tienden a ser menores que las de los padres y alumnos, especialmente en las zonas rurales. Esta discrepancia podría deberse a que, en el caso de los docentes, sus expectativas no estarían reflejando únicamente la importancia de la educación en la vida de sus estudiantes, sino que principalmente serían fijadas sobre la base de otras consideraciones, como por ejemplo, el nivel socioeconómico de la familia o el nivel educativo de los padres. Con relación a cuáles son los factores que influyen en la realización de las expectativas, a partir del análisis de la información longitudinal se observa que la realización de las expectativas educativas de los jóvenes a través del tiempo pareciera estar muy ligada al apoyo, principalmente económico, que los padres —o la familia en general— puedan brindarle al joven para que continúe estudiando. Los jóvenes que efectivamente logran terminar su educación secundaria y acceder a la educación superior, o están más próximos a lograrlo, provienen de familias en las que los padres, e incluso otros parientes, han apostado claramente por invertir en la educación de sus hijos, aun cuando los recursos económicos sean limitados. Los resultados sugieren además que el nivel educativo de los
padres, más que influir en la formación de expectativas educativas, parecería favorecer la concreción de estas principalmente de dos formas. Por un lado, los padres con mayor nivel educativo tienden a participar en la educación de sus hijos en el colegio en actividades más vinculadas con temas académicos, como reuniones acerca del rendimiento y desempeño de los alumnos. Por otro lado, los padres con educación superior constituyen modelos y referentes cercanos para sus hijos de qué significa contar con una profesión; y, al mismo tiempo, poseen información útil sobre la educación superior, como qué carreras están disponibles, en qué universidades se imparten, etcétera. Esto último resulta ser un activo particularmente importante en el contexto en que las instituciones educativas y las experiencias escolares parecen estar desvinculadas del proceso de formación de expectativas. En general, la principal conclusión del análisis de los casos es que la mayor parte de los factores de protección-riesgo para el logro de las expectativas educativas de los estudiantes están vinculados al fuero individual —sexo— o familiar —apoyo de los padres y hermanos, disponibilidad de recursos económicos, etcétera— de las personas, mientras que los factores más vinculados a la escuela o el docente prácticamente no tienen relevancia. Aunque es comprensible hasta cierto punto que en contextos de pobreza como el de la muestra de Niños del Milenio la dimensión individual y familiar pese más, la ausencia notoria de la institución educativa debe ser motivo de preocupación, pues significa que el colegio no está cumpliendo un papel en nivelar el piso a favor de los estudiantes provenientes de contextos de mayor pobreza.