dc.description.abstract | Los estudios demuestran que los profesores eficaces pueden tener un impacto profundo sobre el éxito de sus estudiantes dentro y fuera de la sala de clases. Al mismo tiempo, una docencia inadecuada limita a los estudiantes y genera carencias que se agudizan a través del tiempo. Por ello, es fundamental que las escuelas y sistemas educativos puedan
distinguir entre profesores eficaces e ineficaces y que ayuden a todos los docentes a mejorar sus prácticas. Sin embargo, los intentos de evaluar el desempeño docente sobre la base del aprendizaje estudiantil usualmente generan gran resistencia, especialmente cuando estas evaluaciones están ligadas a decisiones sobre salarios o seguridad laboral. Sus detractores argumentan que existen factores fuera del control de los docentes que inciden en el aprendizaje de los estudiantes, que las evaluaciones con fuertes consecuencias para los docentes no miden los aspectos más importantes y que están sujetas a errores (o a la manipulación de sus resultados) y que al final no ayudan a los profesores a mejorar. Sus partidarios responden que sin evaluaciones docentes asociadas al aprendizaje, es imposible detectar problemas, ayudar a los maestros a mejorar o responsabilizarlos por la calidad de la instrucción. ¿Puede la evaluación docente asociada al desempeño de los estudiantes mejorar la eficacia de los profesores?¿Cuáles son los riesgos y los beneficios de tal sistema? Desde 2009, los docentes de escuelas públicas en Washington, DC, han sido evaluados utilizando un sistema de evaluación con fuertes consecuencias y en base a incentivos, llamado IMPACT. Este sistema califica a los profesores en base a múltiples observaciones en la sala de clases, de su aporte al aprendizaje estudiantil medido a través de pruebas de rendimiento, de su contribución a la comunidad educativa y de su nivel de profesionalismo. | es_ES |