Decidamos cómo medir la violencia en las escuelas
Abstract
La violencia en las escuelas y otros entornos educativos causa a los niños y adolescentes graves daños que
pueden persistir en la edad adulta. Como señaló el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños, es un fenómeno mundial (Pinheiro, 2006). La eficacia de las políticas, leyes y estrategias de prevención de la violencia relacionada con la escuela depende de un conocimiento fidedigno de la prevalencia, las pautas y los efectos que tiene en el mundo, pero carecemos de los datos empíricos necesarios. Los actos violentos relacionados con la escuela, o la amenaza de cometerlos, comprenden la violencia psicológica, física y sexual. Tienen lugar no solo en locales escolares, sino también de camino a la escuela, en el hogar o en el ciberespacio. Se cometen mediante una dinámica de poderes desiguales y a menudo son fruto de normas y estereotipos de género. Las escuelas no existen aisladas socialmente de sus comunidades. Las desigualdades de género y la violencia en el hogar, en la comunidad o que sucede en el ciberespacio afectan a los niños y los adolescentes que cursan estudios y se pueden reproducir o intensificar en las escuelas. La vulnerabilidad de los niños a la violencia relacionada con la escuela resulta reforzada por la deficiente aplicación de las leyes, las políticas inadecuadas de protección de la infancia y la debilidad o inexistencia de mecanismos de denuncia, que a menudo permiten obrar impunemente a los autores de actos de violencia. En las escuelas, las manifestaciones de violencia consisten en acoso, castigos corporales, insultos y malos tratos emocionales, intimidación, acoso y agresiones sexuales, actuación en pandilla y presencia de armas. Aunque la atención se concentra normalmente en los sucesos extremos, las formas de violencia más habituales y que muchas veces pasan desapercibidas son las que más perjudiciales resultan para la experiencia educativa de los niños y adolescentes y no se notifican todas, pues hacerlo a menudo entraña quebrantar un tabú.