La ayuda a la educación está estancada y no se destina a los países que más la necesitan
Abstract
El gasto interno de los países de ingresos bajos y medianos-bajos no basta para sufragar el costo de la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4), por lo que la ayuda debe cubrir el dinero que falte. Ahora bien, la ayuda a la educación está estancada desde 2010 y la que se hay muchas veces no va a los países que más la necesitan, con lo que empeoran las perspectivas de alcanzar los objetivos mundiales en materia de educación. Los gobiernos de los países de ingresos bajos y medianosbajos han aumentado su gasto en educación desde el 2000. Aunque siguieran haciéndolo en los años venideros, según cálculos del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, esos países afrontarían un déficit de financiación anual de 39.000 millones de dólares estadounidenses [en lo sucesivo, “dólares”] en 2015–2030, una cifra que, en los países de bajos ingresos, equivale al 42% del costo total de impartir enseñanza preescolar, primaria y secundaria de calidad a todos los niños (UNESCO, 2015b). La ayuda a la educación en los países de ingresos bajos y medianos-bajos tiene que ser seis veces mayor que los niveles de 2012, un cálculo que ha confirmado la Comisión Internacional sobre la Financiación de las Oportunidades de Educación Mundial (Education Comission, 2016). En lugar de ello, los donantes siguen otorgando una prioridad menor a la ayuda a la educación. En este documento se analizan los volúmenes y las tendencias actuales de la ayuda a la educación sirviéndose de datos de tres fuentes: el Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) de la Organización de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la base de datos de su Sistema de Notificación por parte de los Países Acreedores (CRS); la Alianza Mundial para la Educación, que acaba de poner en marcha su ejercicio de reposición para 2020; y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA). Los datos más recientes son principalmente de 2015 y deberían servir de referencia para hacer el seguimiento de los progresos realizados durante la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.