Ser joven en el Perú : educación y trabajo
Date
2018-05Author
Franco, Ana Paula
Ñopo, Hugo
GRADE. Grupo de Análisis para el Desarrollo
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A pesar del crecimiento sostenido que ha experimentado el Perú durante la última década, aún existen indicadores de desarrollo que requieren mejoras importantes. Entre los más urgentes, los del mercado laboral. Ahí donde se genera cerca del 80% del ingreso de los hogares, 7 de cada 10 peruanos trabajan en empleos informales sin protección social alguna. Esta situación es incluso más complicada para los jóvenes —personas de 15 a 24 años— que recién buscan insertarse en el mercado laboral. La teoría económica señala que mejorar los resultados laborales pasa por incrementar el capital humano. En este informe, analizamos la situación de los jóvenes respecto a los principales medios para acumular capital humano: educación y trabajo. Los resultados son poco alentadores. En cuanto al trabajo, encontramos que cada vez menos jóvenes forman parte de la PEA y, para los que sí están dentro de ella, las condiciones laborales son deficientes: están desempleados, subempleados —ganan menos del salario mínimo— y desprotegidos —no cuentan con seguro de salud, pensiones ni contratos a plazo fijo—. En lo que respecta a educación, los jóvenes sí acumulan años de estudios, pero esto es insuficiente, puesto que no adquieren las habilidades que el mercado laboral prioriza. Debido a los avances tecnológicos, las empresas requieren más habilidades socioemocionales — determinación, extroversión, estabilidad emocional— que cognitivas, y los jóvenes peruanos carecen de ellas. La situación educativa es incluso más preocupante entre los jóvenes pobres y las jóvenes mujeres. Esto último se explica, principalmente, por la alta incidencia de embarazo adolescente en el Perú. La situación es, entonces, muy poco alentadora. ¿Qué hacer? Primero, por el lado de los jóvenes —la oferta—, ellos precisan mejorar sus habilidades. Iniciativas como Beca 18 permiten el acceso a educación superior de buena calidad; sin embargo, los jóvenes pobres no las conocen y por ello se requiere una mayor cobertura y difusión. Asimismo, son claves los programas de colocación laboral —Red CIL PROEmpleo, PROJoven— y el mayor acceso a información pública —Ponte en Carrera—. Segundo, por el lado de las empresas —la demanda—,
estas deben especificar detalladamente las habilidades que requieren para sus empleos. Esta información es perfecta para ellas, pero no para sus postulantes.