dc.description.abstract | Desde el 2001, Niños del Milenio se caracterizó por ser un estudio ambicioso. Fue diseñado para entender de qué manera la pobreza infantil se asociaba o tenía impacto en el desarrollo de alrededor de 12 000 niños y niñas de 4 países: Etiopía, India, Perú y Vietnam. Al mismo tiempo, se buscaba que estos resultados fueran relevantes no solo para la comunidad académica, sino también para las personas que toman decisiones en políticas y programas, tanto en cada país como a escala internacional. Con estos fines, el diseño del estudio contempló inicialmente el seguimiento de dos grupos a lo largo de su niñez, adolescencia y adultez temprana. La selección de los participantes en el Perú se realizó de manera aleatoria, excluyendo al 5% de distritos más ricos del país, dado el énfasis del estudio en comprender las dinámicas de la pobreza. A los dos grupos de participantes en el estudio los llamamos cohorte mayor, nacida en 1994, y cohorte menor, nacida en el 2001. Iniciamos la recolección de datos de la cohorte mayor con cerca de 750 niños y niñas de 8 años de edad en promedio, mientras que la menor se inició con poco más de 2000 niños y niñas de 1 año de edad en promedio. A ellos y a sus familiares se les aplicaron encuestas en sus hogares, las cuales se realizaron en los años 2002, 2006, 2009, 2013 y 2016, llamadas ronda 1 a ronda 5, sucesivamente. El diseño del estudio y el momento de recolección de datos permitieron comparar los niveles de desarrollo de niños y niñas de la misma edad, pero en diferentes momentos. Al finalizar cada ronda, se publicó un informe breve con los principales resultados, así como informes más detallados con estudios sobre temáticas específicas. Junto con las encuestas de hogares, se ha recogido información sobre las comunidades donde viven los niños y niñas. Asimismo, se ha realizado algunos subestudios. El primero es un estudio cualitativo que se desarrolló en los cuatro países, también de manera longitudinal. En este seguimos a una submuestra de 51 niños, niñas y jóvenes por país, de ambas cohortes, en los años 2007, 2008-2009, 2011 y 2014. Estos datos han permitido profundizar en aspectos clave de la infancia, como la transición hacia la escuela primaria y secundaria, y las transiciones hacia la vida adulta: el trabajo, la educación superior o técnica, y la maternidad y paternidad. Con ello se ha contribuido, además, a la comprensión subjetiva del bienestar infantil en general y, específicamente, en relación con el acceso a servicios —educación y salud—. Finalmente, en dos momentos, 2011 y 2017, hemos visitado a las niñas y niños integrantes de una submuestra de la cohorte menor, así como a sus pares, en instituciones educativas tanto de primaria como de secundaria. Estas encuestas, que se han enfocado en las oportunidades educativas de diferentes grupos de estudiantes, nos sirvieron para analizar si existe una correlación entre, por una parte, los antecedentes individuales y familiares de un niño o niña; y por la otra, la calidad de la institución educativa a la que asiste. El conjunto de datos recogidos nos permite contar con abundantes insumos para analizar factores relevantes de la vida y el desarrollo de los participantes en el estudio. Este ejercicio de recolección de datos arroja dos resultados interesantes. El primero es la impresionante movilidad de las familias en el Perú. En la primera ronda, los niños de la cohorte menor se encontraban en 27 distritos; y los de la cohorte mayor, en 24. En la quinta ronda, los niños de la cohorte menor se encontraban en 209 distritos y 7 países extranjeros; y los de la cohorte mayor, en 115 distritos y 5 países extranjeros. El segundo resultado interesante es que, en casi cualquier indicador revisado —por ejemplo, en educación, los años completados de estudios o el rendimiento en pruebas; o en salud, el porcentaje con desnutrición crónica—, encontramos mejores resultados para la cohorte menor que para la mayor. Esto seguramente se explica por las circunstancias en que ambas cohortes nacieron: la mayor, en momentos en que el Perú empezaba a recuperarse luego de años de violencia y crisis económica; y la menor, cuando gran parte del país estaba en paz, la recuperación económica era más firme y se había restablecido la democracia. Si bien este hallazgo aporta esperanza sobre el futuro, no se debe soslayar el hecho de que en el país
persisten inmensas brechas en oportunidades y resultados entre grupos de la población. Por ejemplo, aunque la pobreza se ha reducido considerablemente desde que Niños del Milenio empezó a recolectar datos, sigue siendo un factor que limita el potencial de desarrollo de un grupo de la población. La pobreza, sin embargo, no viene sola, sino que a menudo se combina con otras características individuales y familiares que pueden dificultar el contexto en el que se desarrolla un peruano o peruana. Así, durante estos 15 años, hemos podido ver que las oportunidades y resultados son menores para niños y jóvenes que han crecido en una zona rural, cuya madre cuenta con poca educación o cuya familia es indígena. Cuando estas tres características se presentan en un individuo o familia —lo que ocurre en muchos casos—, los retos son aún mayores. Las niñas y las jóvenes también enfrentan dificultades en su desarrollo, vinculadas sobre todo a nociones tradicionales acerca de cómo debería ser y qué debería hacer una mujer en el Perú. | es_ES |