Estado, mercado y curriculum escolar : la experiencia chilena (1964-2018)
Date
2018-07Author
UNESCO. Oficina Internacional de Educación
Osandón, Luis
Caro, Miguel
Magendzo, Abraham
Abraham, Mirtha
Lavín, Sonia
González, Fabián
Fabián Cabaluz, Jorge
Metadata
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Es propósito de este texto analizar la relación entre el Estado, el Currículum y el Mercado que se observa en el desarrollo de la política educativa en Chile de las últimas cinco décadas. Para comprender esas relaciones en el tiempo, es importante hacer notar, que tal como lo señala (Pinar, 2014), el currículum es un texto discursivo-político; lo que nos lleva a constatar, en primer lugar, que, a partir del golpe cívico-militar de 1973, en Chile la educación y el currículum asumieron progresivamente una racionalidad neoliberal, que se extendió a todos los ámbitos del quehacer nacional. En efecto, se puede afirmar que el currículum escolar es un texto político, toda vez que se genera desde el Estado y proviene desde el modelo identitario que la sociedad ha perfilado. Buena parte de la definición curricular, su diseño y las decisiones que se toman para seleccionar y organizar la cultura, tiene un trasfondo político. Hay un juego de manejo del poder para definir el qué, el cómo, y al servicio de quiénes y en qué escenario de presente y futuro se seleccionan los aprendizajes que se espera que los estudiantes logren. En esta perspectiva política, el análisis que proponemos se instala de lleno en la teoría curricular crítica; no solo haciendo referencia a la teoría de la reproducción y de la resistencia (Giroux, 1992) sino que sobre todo en aquellos análisis que han puesto en evidencias las tramas que constituyen buena parte de las políticas educativas contemporáneas (Goodson, 2003; Apple, 2002; Pinar, 2014). Más aún, en esta postura, hacemos un esfuerzo por “descolonizar” el análisis curricular predominante y transitar a una comprensión de que su producción es el resultado de relaciones de poder entre grupos sociales movilizados por el interés de producir hegemonías de acuerdo con ciertos marcos ideológicos y políticos. En este sentido, es inevitable hacer notar que, en el análisis sobre la relación entre Estado, currículum y mercado para el caso chileno, debemos considerar necesariamente, una mirada al modo de construcción del modelo de sociedad neoliberal a partir del gobierno cívico-militar (1973). Este se adoptó transversal e integralmente en todos los ámbitos de la vida nacional, y la educación y el currículum no fueron una excepción, admitiendo, casi sin reparos en el tiempo, los principios y prácticas de este modelo. Es así como paulatinamente se fue acuñando la idea, y se actuó en consecuencia, que las escuelas funcionan mejor si se manejan como empresas privadas o como unidades productivas, regidas por la elección del consumidor y en un contexto donde “tanto como sea posible” debe ser eliminada la interferencia del Estado (Chubb y Moe, 1990). El neoliberalismo postula entre otras cosas que hay que romper todas las barreras que impiden que el mercado opere; que el Estado es un mal necesario permanente que debe minimizarse para no estorbar el juego libre de la iniciativa privada en el sector educativo. Del mismo modo, sostiene que hay que reducir el aparato estatal y la burocracia, sanear las finanzas públicas y privatizar toda actividad educacional que pueda desarrollarse por particulares, reduciendo el gasto social al mínimo necesario (Hayek, 1997). Para los que sostienen estas posturas neoliberales, “el libre mercado educativo generalizado es la única y más radical solución a todos los problemas; el mercado se encargará de la regulación hasta llegar a posiciones de equilibrio” (Lieberman, 1993, citado por Miñana y Rodríguez, 2002, p. 6). Lo anterior supone que las escuelas deben organizarse de la manera más eficiente y eficaz para satisfacer a su clientela (Chubb y Moe, 1990). Estos pasan a ser “clientes” o “consumidores”, los cuales seleccionan libremente los mejores productos (escuelas) que el mercado educacional ofrece. Asimismo, ligada a la primacía del mercado y trasladada a la educación como mercancía se incorporarán los conceptos de “análisis de retorno” e “inversión” en la que los individuos y la misma sociedad recogen beneficios cuantificables, sean estos financieros o no. La educación -al igual que la economía, las políticas de empleo, el sindicalismo, o la producción del conocimiento-se despolitiza en la medida que se deslegitima toda incidencia política en ella para dejar en libertad al mercado que autorregule. Las demandas no son el resultado de las necesidades de los consumidores, sino que se crean desde el marketing y las respuestas se indican desde el lado de la oferta. El Estado reeducador se convierte en un Estado regulador o mejor desregulador para imponer una nueva forma de regulación (Miñana y Rodríguez, 2002). Desde la perspectiva antes analizada, el artículo que estamos presentando se propone mostrar los avatares que esta relación ha experimentado desde la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días en Chile. En primer lugar, se entregarán de manera escueta y sintetizada algunos antecedentes históricos generales que permitan comprender, cómo la educación y en especial el currículum, a partir
del siglo XIX en Chile, estuvo estrechamente ligada al desarrollo del Estado, quien contribuyó a la consolidación de la noción de Estado Docente (Estado que educa) y por lo mismo, a una educación pública y laica. Ello, pese a la oposición permanente al protagonismo del Estado por parte de grupos conservadores de la sociedad.