dc.description.abstract | El reconocimiento de la necesidad del “cambio educativo” es tan viejo como el
reconocimiento del "papel clave" de los docentes en dicho cambio. No
obstante, como lo revelan estudios y la constatación empírica, varias décadas
de reforma educativa han dejado resultados dudosos en términos de cambio
educativo efectivo.1 La vieja mentalidad en torno a la educación, la enseñanza
y el aprendizaje, y las relaciones y prácticas asociadas a ellas, siguen gozando
de excelente salud. Sin duda, parte importante de la explicación radica en la
escasa atención prestada al segundo elemento de la ecuación: el "papel clave"
de los docentes en dicho cambio. El "desafío docente" es mención de rigor en todo informe sobre la educación, y reconocido una y otra vez como el flanco más débil de los sucesivos intentos de reforma. Incluso las propuestas más sofisticadas de reforma terminan ignorando lo que deberían ser ya, a estas alturas, verdades de Perogrullo: para
cambiar la educación es preciso trabajar con los docentes, no contra ellos o a sus espaldas, asumiéndolos no únicamente como agentes de la reforma sino
como aliados y como sujetos del cambio; no hay calidad educativa sin calidad
docente; sin profesionales autónomos es inviable la descentralización y la
autonomía de la institución escolar. | es_ES |