Lecciones aprendidas sobre el retorno a la presencialidad en instituciones de educación básica : documento de trabajo
Abstract
Nuestras escuelas reabrieron en marzo del 2022, en medio de numerosos reclamos por el estado de abandono y deterioro de los locales escolares, sin mantenimiento desde antes de la pandemia. Además, el anunciado esquema híbrido hubiera supuesto la adopción de medidas muy demandadas, como la expansión de la red dorsal nacional de fibra óptica, el libre acceso a internet, el fortalecimiento del programa de educación remota y su transformación en un espacio proveedor de recursos virtuales de aprendizaje que faciliten la creación de entornos personalizados de aprendizaje autónomo. Sin embargo, un conjunto de disposiciones oficiales redefinió la modalidad híbrida de una manera muy singular, solo como la combinación de la educación presencial con la semipresencial, una combinación, por cierto, nada novedosa en la tradición escolar: enseñanza en aula, combinada con tareas para la casa y actividades fuera de la escuela, en la comunidad local. Por añadidura, Aprendo en Casa en todos sus canales de programación fue desactivado, quedando solo como un repositorio de recursos. Así, la modalidad remota, en vez de corregir errores y avanzar a un piso superior recogiendo lecciones; en vez de prepararse para afrontar los nuevos desafíos de articulación y complementariedad que implicaba el retorno a la presencialidad, como se anunció y se esperaba, fue cancelada. Esto se suma a otros hechos que tampoco nos han situado en la ruta de la reinvención que la crisis sanitaria y la experiencia previa de la educación remota podría haber propiciado. Por ejemplo, en las regiones de Amazonas, Ayacucho, Cusco, Piura, Arequipa y Puno, donde se
desarrolla el programa Horizontes de Unesco, las instituciones de educación secundaria rural que el programa acompaña tuvieron la oportunidad de iniciar el año escolar con el respaldo de espacios digitales de formación a través de las herramientas de Google, las mismas que habían venido usando el año anterior. Sin embargo, a pesar de tener estudiantes provistos de dispositivos electrónicos, los docentes descartaron el uso de cualquier recurso tecnológico con el argumento de que ya había presencialidad plena. Las punitivas normas de cuidado de los equipos tecnológicos entregados a los estudiantes solo agregaron argumentos para reforzar la decisión de prescindir de ellos.