dc.description.abstract | Este segundo informe descriptivo sobre la realidad universitaria en el Perú busca rendir cuenta de cinco aspectos del sistema universitario del país, presentados en capítulos: I. Oferta universitaria y estudios de pregrado, II. Planas docentes universitarias, III. Investigación universitaria, IV. Condiciones laborales de los egresados universitarios, V. Brechas de género en la universidad. Asimismo, evidencia la diversidad del sistema universitario peruano al observarlo a través del tipo de gestión institucional –sea pública, privada asociativa o privada societaria– y localización –Lima Metropolitana y Callao, costa, sierra, y selva–. Se introducen a continuación los principales temas abordados y hallazgos de cada capítulo. El primer capítulo presenta las características de la oferta universitaria, y un análisis de los factores asociados al ingreso a la universidad y a la interrupción de los estudios. Se constata que, a nivel nacional, en 10 años, la oferta y la matrícula universitaria experimentaron un crecimiento acelerado: entre 2008 y 2018 la matrícula se duplicó y se contó con 40 universidades nuevas. Este proceso se caracterizó por un crecimiento elevado de la matrícula en las instituciones de gestión privada societaria y en aquellas con sede en Lima Metropolitana y Callao. Vinculado a ello, se evidencia una baja selectividad promedio por parte de las universidades privadas –cerca de 1 ingreso por cada 1,3 postulaciones– y una alta selectividad por parte de las universidades públicas –1 ingreso por cada 5,1 postulaciones–. Por otra parte, se muestra que el acceso a la universidad está estrechamente relacionado al origen social de los jóvenes, en especial en lo referente al nivel de gasto del hogar y al nivel educativo de los padres. Así, se estima que en el 2018 un joven (16-20 años) del quintil más bajo (Q1) de gasto tuvo un 27,8% menos probabilidad de ingresar a la universidad que uno del quintil más alto (Q5) y que un joven cuyos padres no accedieron a estudios superiores, un 15,9% menos probabilidad que uno cuyos padres sí accedieron a ese nivel de estudios. Finalmente, se evidencia que estos factores también influyeron significativamente en la continuidad de los estudios de pregrado. Los jóvenes (25-29 años) pertenecientes al quintil
de gasto más bajo tuvieron un 28,7% más probabilidad de interrumpir sus estudios, en comparación con estudiantes del quintil más alto. El segundo capítulo analiza la situación del profesorado universitario, para lo cual se examinan tres aspectos: i) la carrera docente, ii) la condición de ejercicio de la docencia y iii) la competencia de las planas docentes, principalmente a partir de la información del licenciamiento institucional. Se constata que el 31,0% de los puestos docentes a nivel nacional formaban parte de la carrera docente, y que estos son mayoritarios en las universidades públicas (70,2% de los puestos), y minoritarios en las universidades privadas asociativas (18,5%) y privadas societarias (4,6%). Con respecto a la condición laboral, se analiza el régimen de dedicación, la carga lectiva y el ratio de estudiantes por puesto docente. En cuanto a lo primero, a nivel nacional solo el 38,9% de los puestos era ocupado por docentes contratados a tiempo completo. Por otra parte, la carga lectiva ascendió a 16,3 horas semanales en promedio para los docentes en puestos a tiempo completo. Esta cifra es particularmente elevada en las universidades privadas societarias (20,7%) y aquellas con sede en la costa (18,8%). Además, el ratio de estudiantes por puesto docente era de 16,5 en el país, y más elevado en las universidades públicas (17,7) y en las universidades con sede en la sierra (18,0). Finalmente, en cuanto a la competencia profesional, se examina el nivel educativo de los docentes y el grado de internacionalización de su formación de posgrado. A nivel nacional, el 49,3% de los puestos fueron ocupados por docentes con maestría y el 18,1% por docentes con doctorado. En cuanto a lo anterior, poco menos de 1 puesto de cada 10 fue ocupado por docentes con posgrados emitido en universidades extranjeras (en su mayoría en España, Estados Unidos y Brasil). De estos, el 76,4% provino de universidades incluidas en rankings internacionales selectivos. El tercer capítulo aborda el estado de la investigación universitaria, examina recursos y resultados para la producción científica en las casas de estudio. Asimismo, presenta el “Ranking nacional de universidades según investigación”. El primer recurso analizado es el personal calificado para la investigación, que incluye la formación doctoral y la distribución de investigadores universitarios inscritos en el Registro Nacional de Ciencia y Tecnología (Renacyt). Se distingue que a nivel nacional el 59,6% de los programas de doctorado y el 83,1% de los grados emitidos en el 2017 corresponden a disciplinas de las Ciencias Sociales2 . Por otra parte, de los investigadores universitarios, cerca de 7 de cada 10 declaró formar parte de una universidad con sede en Lima Metropolitana y Callao, y 8 de cada 10, investigar principalmente en tres de las seis áreas del conocimiento: Ciencias Médicas y de la Salud, Ciencias Naturales, e Ingeniería y Tecnología. El segundo recurso analizado es el acceso a publicaciones internacionales. Se constata que el 65,4% de las universidades del país contaba con una suscripción a alguna base de datos o catálogo bibliográfico internacional. Esta cifra fue particularmente baja para las instituciones con sede en la selva (el 37,5%) y aquellas de gestión pública (el 46,9%). Con respecto a los resultados de la investigación, se consideran las publicaciones en revistas indexadas, los libros y las patentes. En cuanto a las primeras, ha habido un crecimiento constante en el número de publicaciones anuales a partir del año 2015, lo que ha llevado a que se dupliquen entre el 2013 y 2017. Adicionalmente, se identificaron altos niveles de concentración institucional y temática en esta producción. En efecto, en 2017 tres universidades concentraron el 56,0% de la producción nacional y el 68,1% de las publicaciones fueron de Ciencias Naturales, y Ciencias Médicas y de la Salud. Por su parte, el número de nuevos títulos de libros universitarios se contrajo en cerca de un tercio entre los años 2013 y 2017, y cerca de 6 de cada 10 fue publicado por universidades de Lima Metropolitana y Callao. Finalmente, entre los años 2015 y 2018 se quintuplicó el número de otorgamientos de patentes a universidades peruanas. Por último, el capítulo incluye el ranking nacional de universidades, con base en las publicaciones en revistas indexadas, que toma en consideración tres aspectos: i) la producción per cápita, ii) el impacto científico y iii) la excelencia internacional. En esta edición, la clasificación de universidades toma en cuenta el tamaño de la plana docente, le otorga mayor importancia a la publicación de artículos y utiliza datos de Web of Science y Scopus, por separado. El cuarto capítulo ofrece una mirada general acerca de las condiciones laborales de los egresados universitarios. Para ello, analiza la situación de los jóvenes de 21 a 35 años con estudios universitarios completos. Los hallazgos muestran que las oportunidades laborales de los egresados universitarios varían según la región de residencia, las características de sus centros de estudios, los sectores económicos en los que se desempeñan y la carrera estudiada. En comparación con los jóvenes del mismo grupo etario con estudios técnicos o sin educación superior completa, el grupo de los egresados universitarios se caracteriza por enfrentar bajas tasas de subempleo invisible y de empleo informal, así como por percibir mejores remuneraciones. Los resultados encontrados muestran que los egresados universitarios tienen un 31,4% menos de probabilidad de estar subempleados, un 58,3% más probabilidad de encontrar un empleo formal, y ganan un 73,7% más que sus pares sin educación superior. Algunas de estas tendencias varían según el tipo de universidad. Así, haber egresado de una universidad con producción científica alta o media disminuye la probabilidad de estar subempleado en un 8,8%, eleva la probabilidad de obtener un empleo formal y “pertinente” en un 16,1%, e incrementa el salario en un 13,9%, en comparación con los egresados de otras universidades. Sin embargo, los egresados universitarios presentan dificultade s específicas en su inserción profesional y enfrentan mayores tasas de desempleo que sus pares de otros niveles educativos, lo cual refleja las dific ultades que tienen para encontrar un empleo acorde con su cualificación. Por último, el quinto capítulo examina las brechas de género en la universidad, en cuanto a la matrícula en los estudios de pregrado, las condiciones laborales de los egresados y las autoridades universitarias. En el primer aspecto, si bien se evidencia un acceso paritario al pregrado universitario, en el 2017 existían desbalances en la matrícula según programas académicos, en especial en las áreas de Ingeniería y Tecnología (con un 73,0% de hombres) y de Ciencias Médicas y de la Salud (con un 71,2% de mujeres). En segundo lugar, en cuanto a las condiciones laborales de los egresados, en el 2018, en comparación con sus pares hombres, las egresadas universitarias (21 a 35 años) que forman parte de la población económicamente activa (PEA) presentan tasas más altas de desempleo (11,3% contra 6,0%) y subempleo invisible (10,8% contra 17,4%). Asimismo, el salario de las mujeres egresadas es, en promedio, un 22,1% menor en comparación con el de los hombres. Finalmente, la repartición de los cargos de gobierno universitario según sexo no era paritaria, ya que en el 2019 solo el 23,8% de los puestos directivos —rectorado, vicerrectorado, secretaría general y decanato— fueron ocupados por mujeres, porcentaje que desciende a un 8,9% para el caso de los rectorados. Finalmente, se ha evidenciado que los desequilibrios en el liderazgo de las facultades entre hombres y mujeres varían según las áreas del conocimiento. Así, en las facultades de Ingeniería y Tecnología solo el 12,2% de decanatos fueron presididos por mujeres, mientras que en las de Ciencias Médicas y de la Salud, el 46,7%. | es_ES |