dc.description.abstract | Los antecedentes del trabajo de normalización datan de los años setenta, época en que el Perú cobra conciencia de su etnicidad y de su diversidad lingüística. A raíz de ello, se estudian las lenguas y costumbres de los pueblos indígenas con una avidez inédita hasta entonces. Lamentablemente, este entusiasmo se ve interrumpido, primero, por la violencia política y, luego, por la necesidad que tiene el país de adaptarse al proceso envolvente de globalización económica. En los últimos años se ha retomado este trabajo. Sin embargo, el panorama no es el mismo. Para los pueblos originarios, las perspectivas y el sentido del aprendizaje de la lectoescritura –y, con ella, de los alfabetos– ha cambiado mucho a lo largo del tiempo: las políticas educativas de Estado han ido variando y, a la vez, los requerimientos de los pueblos, de sus organizaciones, especialistas e instituciones, no son los mismos de antes. Años atrás, se creía que los pueblos originarios estaban condenados a adaptarse a la corriente generalizada del desarrollo occidental. Su presencia en los ámbitos educativos, sociales y culturales se concebía solo a partir del abandono de sus prácticas milenarias y la apropiación para mejorar las posibilidades de negociación. La normalización de alfabetos se trata, pues, de un proceso eminentemente social. A raíz de este carácter es que la normalización de alfabetos se plantea como un diálogo. Con la presencia de diferentes actores ―entre los que destacan los usuarios de la lengua como los grandes protagonistas―, se debate el sentido de la alfabetización y los participantes negocian a fin de mejorar las condiciones en que se encuentran. De este modo, la sistematización del proceso que se lleva a cabo en el presente documento pone en evidencia los desafíos que acarrea la alfabetización de una lengua de tradición oral, donde los diferentes actores sociales de un pueblo, asesorados técnicamente por especialistas, tienen que tomar decisiones sobre la marcha a fin de llegar a consensos y superar las dificultades que se presentan; siendo una situación frecuente en todo el proceso que los docentes y dirigentes indígenas busquen, por un lado, adaptar el alfabeto a sus necesidades prácticas y sociales, mientras que los lingüistas, por otro, intenten acercarse lo mayor posible a las estructuras abstractas de la lengua. Así, pues, se hace necesaria una negociación entre la “estructura lingüística”, las necesidades pedagógicas y las cuestiones sociales y políticas, negociación a partir de la cual el Ministerio de Educación, como entidad orientadora del proceso, ha planteado los tres criterios básicos para el desarrollo de la normalización de alfabetos: lingüístico, sociopolítico y pedagógico. El propósito de este documento es, justamente, racionalizar la experiencia lograda hasta la actualidad, a fin de poder evaluar los resultados y, a partir de ello, orientar el trabajo que aún queda por hacer. Para ello, es necesario examinar el proceso de normalización en general y, a la vez, hacer el seguimiento de cada proceso en particular. Persiguiendo esta finalidad, el trabajo está dividido en cinco puntos. El primero contiene el marco legal. El segundo presenta el proceso de normalización propiamente dicho; hay en él una breve exposición sobre las formas de registro del conocimiento, los antecedentes de la escritura alfabética y las razones por las que se hace la normalización de las lenguas, además de una explicación de las etapas o pasos del proceso en cuestión. Por último, el tercer punto plantea una conclusión general, el cuarto unas reflexiones finales y el quinto las referencias bibliográficas correspondientes. | es_ES |